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El bosque fosilizado

Hace 120 millones de años, el clima caluroso y húmedo favoreció el desarrollo de un bosque de coníferas. Algún cataclismo o huracán, quizás desatado por una tormenta tropical, derribó unos cuantos ejemplares. Sus troncos quedarían cubiertos por una capa de lodo y sedimentos arrastrados por la corriente de un río que fluía en su entorno y que desembocaba en el mar Cretácico cercano.

Aquí comienza la petrificación, en unas condiciones mínimas de oxidación. El agua se mueve entre los sedimentos excluyendo el oxígeno y, por tanto, la pudrición. El agua rica en compuestos silíceos se infiltraría en las células de la madera impregnando los tejidos con dióxido de silicio y otros minerales.
Los tejidos orgánicos se destruyen lentamente, pero las sustancias minerales reemplazan el agua de los tejidos y genera un duplicado en piedra de los caracteres anatómicos del tronco.

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